lunes, 9 de marzo de 2009

Monólogo de un perro

Ahí está mi dueña, ¡Qué linda es! Yo la quiero mucho. Siempre estamos juntos pues me lleva a todas partes. ¡Qué vida tan maravillosa tengo! ¡Soy muy afortunado!

Hoy, fue un día muy extraño. Por la mañana, mi dueña estaba sentada con su amigo en ese parque. Olí un aroma en una de las patas de la banca que me puso muy excitado, y, mucho más, cuando vi pasar una hermosura de hembra que parecía hecha de algodón. Al pasar por mi lado pude reconocer ese aroma que me excitaba y comencé a jadear como loco. Me dio ganas de rozar mi entrepierna y creí que la tela suave del amigo de mi dueña calmaría esta ansiedad. Me trepé a su pierna, me sostuve con mis patas delanteras y comencé frenéticamente a sobarme !Ay, que agradable sensación!

A ese humano parecía gustarle también, porque me miraba sonriente, e incluso me empujaba suavemente y el roce me calmaba un poco más, hasta que mi dueña con firmeza me ordenó que me detuviera. ¿Qué podía hacer? Es mi dueña y yo la quiero mucho, además, ya la ansiedad se me había ido un poco. Ella se despidió de su amigo y nos fuimos. No sé por qué estaba tan molesta. "¡La muy desgraciada! ¡Maldita hipócrita! Me engañó muy bien con esa cara de mosca muerta" –iba refunfuñando todo el camino de regreso a casa.

Ya en nuestra casita. "Voy a darme una ducha, cariño, espérame acá" –me decía mientras me acariciaba-, y yo le doy un ¡Guau! diciendo que la entendía. "¡Buen chico! Ahí tienes una galletita" –y yo dos ¡Guau, guau! más-. Y se fue al baño. ¡Qué ricas galletas! Mi casa es el paraíso y mi dueña una diosa.

…Una hora después…

Mi dueña, echada bocabajo con su bata, marca un número en su celular. “¿Linda? ¡Hola mujer! ¿Te acuerdas de Josefina?...” Yo no entiendo nada, sólo la miro atento. Ella alza la voz, agita las manos hacía arriba. Yo sigo atento al rostro de mi amada dueña. Luego, su voz tiembla y se apaga un poco mientras se limpia unas gotas de agua de sus mejillas. Yo me siento triste. De pronto, se me ocurre hacerle un truco, me paro sobre mis patitas traseras, doy una vuelta y le doy un ¡Guau! mientras junto mis patitas delanteras y las muevo para decirle que me mire. Ella sonríe y me da un beso volado.

"De acuerdo, Linda, vente con la perra de Josefina y aquí la destrozamos." ¡Guau! Yo sonrío inquieto, ya me siento ansioso, ¿cómo será la perrita de su amiga? A lo mejor es la misma hecha de algodón que vi por la mañana. No puedo esperar, no puedo esperar. Y comienzo a dar vueltas y mi cola no deja de moverse. "¿Qué te pasa cariño?" -me pregunta-, y yo le doy tres ¡Guau, guau, guau! Para decirle que estoy ansioso por ver la perrita de su amiga, y ella, con una hermosa sonrisa, sólo me dice "¡Perrito loco!".

…Dos horas más tarde…

Mi dueña está bien vestida, con un lindo peinado y maquillada bellamente. "Cuando te enfrentes a tu enemigo siempre debes verte mejor que él" -ella me dice-, y yo no entiendo nada. Sólo sé que está muy hermosa y yo ansioso por ver a la perrita de su amiga.

Suena el timbre, ella se asoma al mirador y exclama "¡Llegó Linda con esa perra de Josefina!" Y empiezo a dar vueltas, no puedo esperar, no puedo esperar, ¿cómo será?, ¿cómo será? Se abre la puerta "¡Pasen!" -les dice mi dueña- Y yo busco la perrita, pero no veo nada. ¿Será que se quedó afuera? Salgo para ver y mi dueña cierra despacio la puerta detrás de mí. ¿Dónde está la perrita de su amiga? No hay nadie. Escucho voces sonoras dentro de mi casa. ¿Qué pasa? ¿Por qué mi dueña está gritando? "¡Eres una maldita perra!" ¿Por qué maldita, si no hay ninguna perrita? ¡Ay! Mejor espero aquí en la puerta hasta que me abran.

…Pasan veinte minutos…

Se abre la puerta. "¡Adiós, estúpida! ¡Esperamos no verte más!" -le grita mi dueña a su amiga que se aleja presurosa- Linda está con ella, ambas muy molestas, y yo sin entender. "¡Pasa, cariño!" me dice con su sonrisa de niña triunfadora. ¡Ah, mi dulce casita!

Enrique Orellana

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